No llegamos a dormir muy bien, a pesar de tener un cuarto privado y aire acondicionado, pero habían sido días intensos y la preocupación del vuelo a India no nos permitía estar del todo tranquilos.

Desayunamos con nuestro host en su casa, mientras nos aconsejaba cómo invertir nuestro último día en Amman. La cuestión era ir a visitar Al-Salt o Madaba, o ambas, aunque para ello habría que invertir un mayor tiempo ya que ambas ciudades no estaban bien conectadas entre sí, lo que supondría no poder despedirse de las calles de downtown de Amman que tanto nos gustaban.

Finalmente, tras la insistencia de nuestro host decidimos decantarnos por Madaba, y dejar Al-Salt pendiente para cuando volviéramos a Jordania. Así que nos acompañó a la calle para coger un taxi que por 1 dinar nos dejaba en la estación de autobuses del sur.

Había mucho tráfico, era un día muy caluroso, y así tuvimos que aguantar aproximadamente una hora y pico de trayecto hasta Madaba. Empezábamos a arrepentirnos de la decisión.

Al llegar lo primero que hacemos es comprar agua y comenzamos a andar hacía donde veíamos la mezquita. Los edificios que la rodeaban no dejaban verla muy bien, así que dimos un par de vueltas por las calles de alrededor sin que nos ayudara a reafirmar la decisión de visitar Madaba.

Lo único que nos mereció la pena es la iglesia bautista, desde la que se puede acceder al campanario con buenas vistar por 1 dinar por persona, mosaicos típicos, unos pasadizos por los túneles subterráneos y una pequeña zona arqueológcia.

Vistas de Madaba desde el campanario de la iglesia

Aunque esta última parte fue bonita, nos fuimos un poco decepcionados, ya que el trayecto con el calor que hacía no nos mereció la pena. Así que decidimos volver a Amman, comer bien y sentarnos al fresco de un local a mirar y cuadrar lo de los próximos vuelos y visados para que no nos pase otra vez lo mismo.

Tras otra hora y pico de bus nos dejó en una calle recta que llegaba al downtown. Allí cogimos un taxi que nos dejó por otro dinar en la entrada de la calle principal a 5 minutos del restaurante del primer día (Al Quds) donde nos habían recomendado otro plato de pollo, patatas, arroz y espinacas con limón y más cosas para probar otra cosa típica que no habíamos probado aún. Nos gustó bastante, no como el tabulé que no nos gustó, demasiado cilantro, aún así quisimos despedirnos del mansaf original de carne y nos lo pedimos también junto con diferentes postres típicos. Todo nos costó 18 dinars (24’2€) con agua, olivas y pimiento verde picante, pan y yogurt.

Nuestro último Mansaf en el restaurante Al Quds

Esto no nos frenó para ir luego al sitio del postre de queso espectacular y barato (Habibah Sweets) y acompañarlo de un batido de almendra y otro de pistacho para combatir el calor que estaban deliciosos también, aunque nos confiamos con que valían 1 dinar como el resto y nos costó 6 en total (8€). Íbamos a reventar pero era lo único que nos podía animar ese día.

De camino fuimos a Amoun Café, en la calle principal, donde pedimos una shisha y algo más fresquito (a parte de los dos refrescos de limón y hierbabuena que nos pedimos también)

El lugar estaba muy bien decorado y pedimos por 9 dinars (12€) en total un smoothie de limón y hierbabuena (por no variar, a 3 dinars), un té de menta a 1’50 y la shisha de manzana y menta a 3’50 dinars que estaba tan buena y fuerte que de dos caladas Paula se levantó al baño mareada. Allí aprovechamos para descansar, engordar, llamar a nuestros padres para que le felicitaran (era el cumple de Paula), y nos pusimos con las gestiones de cuadrar el vuelo de Nepal, con el de Vietnam, cerrar visados y un poco itinerario, para lo que llamamos a Aitana también (quien se uniría a nuestro viaje en julio una vez en Vietnam) y por fin pudimos coger los vuelos y dar un poco de luz a los siguientes pasos.

Paula con la shisha en Amoun Café

Finalmente salimos de allí ya cerca de las 21h mareadísimos y saturados por el ordenador, así que dimos una vuelta buscando un cajero y fuimos hacia el primer círculo, otra recomendación de nuestro host, a la que fuimos andando desde downtown durante 20 minutos por unas cuestas.

No encontramos un cajero que nos acoplara y tampoco era cuestión de sacar más dinero ya que en unas horas nos íbamos al aeropuerto de Amman. No nos quedaba dinero para el bus, ni para comprar comida para la noche y el día siguiente. Además, yo comencé a encontrarme muy mal, imaginamos que de tanta shisha, entramos en un super a por una coca cola, como había un poco de todo y se podía pagar con tarjeta Paula aprovechó y compro todo lo que necesitábamos.

Decidimos intentar no sacar dinero, hacer autostop al aeropuerto e ir andando hasta casa a por las mochilas y despedirnos del host. Preferimos pasar la noche en el aeropuerto ya que el sistema no nos permitía hacer el check-in online y tendríamos que estar allí a las 5h de la mañana, y así Paula se cansaba para ir durmiendo al menos todo el primer vuelo. De heho ya empezaba a ponerse nerviosa y a pensar en que lo iba a pasar mal (Paula le tiene pánico a los aviones a pesar de todo lo que viaja).

Empezamos a andar ya que teníamos 1h 22 min de camino. Cuando llevábamos más o menos la mitad pudimos parar un coche con unos chicos muy majos que nos acercaron a la puerta. Nos hicimos una foto, como con todos. Finalmente subimos a por las mochilas, Medo estaba muy raro con una cosa de las reseñas a un cliente y nos estuvo presionando mucho para que escribiéramos una mala reseña al otro. Sea como fuera al menos nos acercó a la estación de buses.

Foto con nuestro host Medo

Por suerte, el del bus nos hizo la misma pregunta de siempre: Barcelona o Madrid? Carles qué ya había aprendido contestó que Madrid, el del bus le dijo hala Madrid y accedió a llevarnos gratis además de que teníamos el bus para nosotros solos. En poco menos de una hora llegamos al aeropuerto. Solo lamentamos no haber podido despedirnos de nuestro primer host (Moe) y sus amigos. Menos mal que al final no nos hizo falta sacar dinero, que las comisiones eran de mínimo 4 dinars (5’4€).

Y teníamos buenas noticias, yo también tenía la visa a la India desde esa mañana por la nueva vía democrática: la de ser pesados; a Paula le habían publicado un artículo de neurología en una revista científica; íbamos a poder entrar a Laos; e Iati nos había devuelto 200 euros que estaban pendientes de nuestro anterior viaje por Centroamérica (evitad Iati como seguro de viaje si podéis).

Ahora solo quedaba esperar en el aeropuerto de Amman a que se abriera el mostrador para poder hacer el check-in y comenzar ya lo que sería nuestro primer gran destino en este gran viaje, la India.

Autor

Experto en marketing y publicidad, profesor de secundaria, viajero y bloguero.

Escribir un comentario