Tras no haber dormido nada en el trayecto de bus desde Pokhara, y a 40 minutos andando hasta el hostel nuestro primer día en Katmandú no empezaba de la mejor manera.
Llegamos al hostel y por suerte, nos dejaron hacer el check in, aunque el que estaba de encargado no se enteraba muy bien de nada. Preguntamos por la cocina y no estaba operativa, cuando en la web indicaban que sí.
La habitación tenía las sábanas y el suelo sucio, muchos mosquitos, no había luz en el baño. Tenía ventilador y las camas parecían cómodas, en ese momento nos dió todo un poco igual ya que solo queríamos dormir un poco.
Cuando nos despertamos, fuimos a desayunar de camino a la plaza importante de la ciudad (la Durbar Square). Fuimos viendo muchos puestos de ropa hippie bastante bonita, algunos sitios de comida, pero parecía una zona cara por ser turística, así que seguimos hasta una plaza con un templo y figuras con motivos budistas muy curiosos, y luego seguimos callejeando por las calles de tiendecitas y mercantes ambulantes, hasta llegar a los templos principales.
La ciudad nos estaba pareciendo preciosa, las casas eran de colores, diferentes entre sí y en cada esquina había altares, templos chinos, budistas, hindúes o tibetanos, mucha decoración, mucha cultura en cada calle. Era impresionante, interesante, curioso y bonito de ver.
Al llegar a la plaza principal que estaba muy concurrida de templos, y figuras a la deidades, Paula se coló, ya que costaba 1000 rupias (7’6€), aunque esta primera vez lo hizo sin querer ya que había mucha gente por ser sábado y pasas muy desapercibido entre la gente.
El paseo por la plaza merecía la pena si te colabas, si tienes que pagar 1000 rupias (7’76€) puedes observar bien desde la barandilla, o colarte por una de las calles colindantes. Además vimos las celebraciones del orgullo gay en plenos templos, que nos pareció curioso y muy reivindicativo.
Seguimos callejeando y paramos a comer los garbanzos que en cada sitio los rellenan de una forma diferente y algo de patata, hasta acabar en un sitio de fruta, zumos, lassis y smothies con columpios que a Paula le encantó. Allí aprovechamos para planificarnos estos días y dividirnos el tiempo en las zonas que teníamos que ver cerca de aquí.
El bowl de frutas costaba entre 100 (0’76€) y 150 rupias depende de la fruta, los lassis por lo mismo y los zumos en torno a las 150 rupias (1’14€), no estaba mal. También se compró una cuña de queso, ya que tenía mucho mono, aunque no era como en España.
Pasamos también a la casa de la Kumari, cuya historia nos había impactado mucho. La diosa kumari es elegida entre las niñas preadolescentes, entre 2 y 5 años y hasta que les baja la regla, por creencias de la reencarnación de la diosa taleju. Al ser una creencia de origen budista e hinduista, sacerdotes de ambas religiones y un astrólogo certifican que la virgen seleccionada tiene los 32 lachhins, atributos físicos y psicológicos, como Buda. Muchos tienen que ver con rasgos animales, como piernas de ciervo o voz clara como la de un pato. Además deben tener una dentadura perfecta, un historial médico inmaculado, y el pelo y los ojos bien oscuros.
La kumari real de Katmandú, a diferencia de las otras, debe tener un signo del zodiaco similar al del presidente de la república para asegurar la buena ventura del país. También tiene que superar varias pruebas que aseguren su valentía, como velar cabezas de ganado muerto durante una noche. En fin, una locura. La verdad que cuanto más conocemos, más nos gustaba la idea que teníamos sobre el budismo que su realidad.
Decidimos coger un bus por 25 rupias (0’19€) a la estupa más grande de Asia, para esto, llegamos a la zona de los buses y nos guiamos por el grito de «Buda» para subirnos a un bus que se llenó, pero que nos dejó en la puerta de la zona tras unos 25 minutos.
La estupa y los alrededores son muy bonitos e impactantes, la mezcla de colores y la decoración nos encantaba. La gente va girando las cosas que hay en la pared, tocando las campanas y poniendo velas en los templos.
Tras una hora observando bien todo y haciendo fotos, nos alejamos de esa zona de restauración que seria más cara para comer algo. A 3 minutos encontramos un restaurante donde tenían algo nuevo de pasta y tofu que no habíamos probado aún, y la tukpa típica que son los tallarines en sopa con pollo. Costó todo unas 260 rupias (1’98€) los dos platos. Lo primero no nos gustó mucho, tiene poco sabor y una textura rara, pero los tallarines y la salsa estaban muy buenos y algo picantes.
Desde allí, estábamos a 40 minutos andando del monasterio de Kopan, así que nos pegamos la caminata hasta allí para llegar a las 17:43, cuando cerraban a las 17:30. Por lo menos las vistas desde allí eran bonitas. El monasterio tampoco parecía gran cosa desde fuera, y comparado con otros que habíamos visto por el camino y el de Pokhara, tampoco nos pareció parada obligatoria si hay poco tiempo en la ciudad. Eso sí, a falta de verlo por dentro.
Bajamos y cogimos un bus en la acera de enfrente de donde nos habían dejado para ver la estupa. Estábamos agotados. Preguntamos a un bus si iba a la Durcal Square, nos dijo que sí por 30 rupias (0’23€) cada uno y nos subimos.
Siguiendo el google maps tras media hora de camino nos dimos cuenta de que se había alejado mucho del camino que pensábamos que iba a seguir. Le dimos 3 calles para girar de margen por si daba más vuelta, pero se pasó todas y cada vez estaba más lejos. Le volvimos a preguntar y nos dijo que no, pero vamos a ver, porqué cojones nos dice que sí al principio si no tiene ni puta idea de lo que le estamos diciendo o de dónde vamos?
Nos bajamos sin pagar y andamos 20 minutos cabreados hasta un cruce, donde cogimos una combi que por 40 rupias (0’3€) los dos nos dejó a 5 minutos del hostel.
Cenamos una especie de plato con avena, arroz inflable de bombay, pollo picante y batata que a Paula no le gustó nada, además de que tuvo la mala suerte de comerse la semilla de pimiento y estaba muy sensible con el picante esos días. Nos costó cerca de 190 rupias (1’44€), y tras eso y comprar un helado llegamos al hostel.
El hombre nos hizo pagar ya las 4 noches, aunque nos estábamos pensando quedar menos debido a las condiciones del hostel. Cuando subimos a la habitación tras pagar todo a regañadientes por lo que nos dijo de la cancelación que era el primer sitio donde nos pasaba eso, vimos que la mochila estaba en el suelo (se habría caído) y que la cisterna no funcionaba, además nos costó mucho que nos dieran otra toalla.
Bajé de nuevo y al decirle lo de la cisterna, vino y giró la llave, nos tocó un poco la moral comprobar que si está mañana iba, era porque habían entrado sin nuestro permiso cuando no estábamos a cerrarla. Eso me molestó mucho y bajé con la idea de que nos devolvieran el dinero e irnos pese a ser más de las 21h y estar muy cansados.
El reclamo fue tan mal que aunque yo estaba en el baño, Carles me dijo que saliera lo antes posible, recogiera mis cosas y nos fuéramos. Le pregunté si al menos nos había devuelto el dinero y me dijo que no, que quería que los dos fuéramos a hacer presión o que por favor fuera yo ya que el estaba muy nervioso.
Había cerrado de un portazo, así que 4 tíos vinieron a ver que pasaba o a seguir con la pelea si fuera necesario. Ahí vi que tenía que tomar yo las riendas, así que redacté un escrito amable con los problemas, exagerando que podía afectar a mi salud y baje con el traductor a enseñárselo al dueño que llegó en ese momento.
Me dijo que mi amigo había golpeado y roto la puerta y lanzado el teléfono y que por eso y por dormir ayer allí no podía devolvernos el 100%. Le expliqué que no habíamos llegado ayer por la noche, si no esta madrugada, ya que nos había confundido con la firma de otros huéspedes y nosotros no rellenamos nada.
Al final tras tantear llamar a la policía turística y ver que no habría manera de recuperar todo nuestro dinero, hable y tranquilice a carles y le hice ver que lo mejor siendo las 22:30h era quedarnos allí esa noche e irnos mañana temprano. Él aceptó sin entusiasmo, pero era la mejor opción si el dueño lo permitía. Hablé con el dueño y le comenté nuestra opción, que yo correría con los riesgos de mi salud esa noche.
Nos quiso cobrar 200 rupias (1’55€) más, pero le dije que no teníamos ni luz en el baño y al final me devolvió todo menos las 900 rupias (7€) de esa noche. Le pedimos perdón, dijimos buenas noches y subimos a dormir.
Queríamos irnos de allí, aunque no habían couchsurfing ni otras opciones baratas, pero la situación se había vuelto incómoda.