Desayunamos a las 9 un pancacke y un sándwich de tortilla con dos bananas y café que nos entraba gratis con el hotel, la verdad que el cambio nos había salido bien. Bajamos las mochilas y nos fuimos andando hasta un templo tibetano que estaba a una hora y pico del hostel, pero al menos así hacíamos tiempo hasta las 21h que salía el bus a Katmandú desde Pokhara.

Camino cerca del templo budista

Por el camino paramos a comer una samosa, un parantha y seguimos el largo camino. Tras mucha agua y mucha subida llegamos a las escaleras que daban al lugar. Parecía una escuela de jóvenes budistas tibetanos, era muy curioso y además precioso. Son muy bonitas las decoraciones entre budistas, hindúes y chinas. Cómo contrastaban los dibujos de dioses, dragones, templos y los colores rojos, azules y dorados. Las vistas desde allí además merecen la pena.

Matepani Gumba Pokhara

Además, de camino al templo, pasamos por un río que estaba muy sucio y era una pena porque las cataratas parecían bonitas. También nos pilló de paso la estación de autobuses, con lo que aprovechamos para no pillarnos los dedos y comprar por casi 1000 rupias (7’85€) el bus a Katmandú desde Pokhara con aire acondicionado que al final salía a las 20:30h.

Al bajar del templo y tras andar un rato, cogimos, que ya estábamos cansados, un bus que nos dejaba en la zona del lago. Cruzamos el caminito que nos llevaba hasta la calle principal que subía al hostel.

Yo tenía el mono del pincho de carne del otro día, así que paramos en un sitio donde vimos que tenían la barbacoa encendida y pinchos de pollo. Pedimos unos tallarines que no estaban mal y tardaron casi 45 min en servirnos el pollo, que además se pasó de tostarla, mi gozo en un pozo.

Pero aproveché para ir al cajero, ya que siempre nos pasa lo mismo de ser poco previsores con el efectivo que llevamos antes de sentarnos en un sitio. Aquí fue cuando nos dimos cuenta además de que bnext solo permite 15 retiradas de efectivo al mes, así que tardé bastante en volver y me pilló la lluvia del siglo.

Empezó a llover muy fuerte, a oscurecerse el cielo y a tronar. Aprovechamos un momento que bajo la lluvia para salir corriendo, pero nos pilló a mitad camino, intentamos refugiarnos a ver si amaina, pero cada vez nos quedaba menos tiempo para recoger las mochilas y llegar al bus, así que finalmente, tras comprar en un super y ver que el agua no paraba, ni bajaba la intensidad fuimos chopándonos hasta el hostel donde llegamos calados hasta las bragas.

Allí valoramos por el tiempo y la lluvia la opción de taxi, pero eran 400 rupias (3’15€) solo hasta el bus. Me cambié y fuimos a la parada del bus a ver si teníamos suerte, a pesar de que un chico miró el reloj, eran las 19:40h o así, y nos dijo que quizás si teníamos suerte quedaría uno.

Decidimos esperar 5 min antes de ponernos a correr, y con suerte pasó el bus que por 25 rupias (0’2€), como casi todos los desplazamientos, y llegamos a 3 min andando del bus. Al bus llegamos puntuales a las 20h. Era un cacharro donde no iban los enchufes, y dudabamos de que fuera el AC, además los asientos eran super incómodos, estaban torcidos, muy juntos y te resbalaba hacia delante, menuda noche nos esperaba.

Nuestro maravilloso bus a Katmandú

Al final salió a las 20:40h intentando llenar los asientos que faltaban. La carretera fue la peor que pillamos, y el trayecto lo calificamos si no el peor, de los peores que habíamos hecho en nuestra vida, baches que llegabas hasta el techo, de lado a lado, paradas largas en mitad de la nada, jaleo, el aire acondicionado lo apagaban y yo tenía que ir a protestar que habíamos pagado más por ese servicio.

Intentamos dormir, pero no pudimos descansar nada y llegamos a las 5 am a las afueras de Katmandú, a 40 min andando del hostel doliéndonos todo el cuerpo y con un humor de perros.

Autor

Experto en marketing y publicidad, profesor de secundaria, viajero y bloguero.

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