Nos levantamos pronto y fuimos directamente sin desayunar a la estación de buses para ser precavidos y no perder el bus de Delhi a Agra.
Desayunamos en un sitio pijo sin muchas opciones ya que desgraciadamente nos encontramos todos los puestos cerrados pese a que ya eran casi las 10h. Hicimos tiempo y a las 11h menos algo fuimos a comer arroz y una tortilla al lado del bus.
Al acercarnos al bus nos dijeron que por una avería iba a salir a las 13h. Eso fue lo que nos dijeron, pero no vimos a nadie arreglar nada ni movimiento alrededor del bus.
Fastidiados por la falta de información y por tener que estar atrapados 2 horas, volvimos al mismo sitio que tenía aire acondicionado y estuvimos haciendo tiempo hasta las 12:30h que subimos al bus de Delhi a Agra.
Por lo menos tenía aire acondicionado y los asientos no estaban mal. Todos los enchufes parecen ser más anchos de lo normal así que tuve que inventar algo para que no se cayera con los trotes del bus.
Tras unas casi 4 horas en bus de Delhi a Agra y cuando vimos que estábamos aún a media hora de Agra, nos avisaron de que teníamos que bajar. Estuvimos discutiendo mucho con los conductores, con el de la empresa, etc., para que nos devolviera el dinero por estafa, ya que habíamos perdido 2 horas y encima no nos había dejado en Agra como acordamos, pero fue inútil.
Nos dejó abandonados en una cuneta en mitad de una carretera donde por suerte pudimos coger un bus por 60 rupias (0’76€) los dos que solo nos acercó un poco más a la ciudad.
Ahí tuvimos que negociar tuctuc, nos subimos a uno que nos dijo que 100 rupias (1’26€) los dos y luego nos quiso cobrar más así que nos bajamos y nos subimos a otro que por 100 rupias sí nos dejó en el hostel.
Estábamos muy cabreados con los buses y ya con las experiencias personales que nos estábamos encontrando con las personas de aquí en general. Peor que en México y que en cualquier otro lugar en el que hemos estado nunca.
Se nos pasó un poco cuando llegamos al hostel y por fin cuadraba con las fotos, con la limpieza, con la asistencia prestada, la carta del restaurante y lo mejor: unas vistas al Taj Mahal que nos dejaron muy impresionados.
Lo celebramos comiendo algo sin dejar de mirar al Taj Mahal salvo para observar cómo los monos, que habían mil, jugaban con la ropa de los tendederos y corrían por los tejados.
Cuando se acercaba la noche vivimos nuestro primer monzón, se levantó un viento horrible que te tiraba arena a los ojos, cambió el viento de golpe y cayó la del pulpo.
Fue muy bonito verla caer con la silueta del Taj Mahal de fondo. Nos chocaba un poco el contraste de chabolas con una de las maravillas del mundo de fondo.
Jugamos a las cartas y pedimos otro arroz antes de ir al cuarto cuando nos dimos cuenta de que por pereza no cogimos los buses hasta el pueblo fronterizo con Nepal y ahora no nos quedaban camas y tendríamos que apañarselas al llegar a Benarés.
Es una pena no haber venido a Agra más días, solo por estas vistas y lo bien que estaba el hostel hubieran sido un buen retiro para descansar.