Nos levantamos tras caer rendidos por lo agotados que estábamos. Y sudados así que sedientos. Hicimos deporte, trabajamos un poco hasta que necesitamos agua y café y como teníamos que quedar con nuestro couchsurfing, tras ver el Amber Palace en Jaipur.

Salimos andando al mercado donde compramos fruta y nos sentamos enfrente a desayunar. Comimos algo amarillo de patata con salsa de garbanzos y otro pan con más salsa de garbanzos con dos cafés que solo era leche y pagamos 105 rupias (1’85€).

Desayuno indio en Jaipur

Luego negociamos con varios tuc tuc que fue un cristo también para entendernos para ir al Amber Palace desde Jaipur. Al final nos cobra 140 rupias (1’73€) a los dos haciendo trasbordo de tuc tuc y siendo compartido. Por el camino vimos que aún nos quedan cosas muy bonitas que ver de Jaipur así que decidimos intentar quedarnos otra noche más para organizarnos mejor e ir con calma.

Menos mal que habíamos cogido tuc tuc ya que llegábamos tarde y hacía mucho calor y en bus era 1 hora mínimo.

Entrada a Amber Palace

Antes de quedar en el punto que nos había dicho visitamos el Amber Palace. Es una enorme Fortaleza con muy buenas vistas y decorados muy bonitos, nos gustó mucho y mereció la pena subirnos pese a la solana. No pagamos nada por entrar (porque no llegamos a pagar para entrar al interior de las salas que vale 550 rupias por persona),  aunque casi tuvimos que pagar por salir porque nos metimos en zona restringida y nos cerraron las puertas con candado, menos mal que una era de cuerdas y pude desabrocharla. Empezaron a llamarnos la atención pero nos hicimos los tontos y salimos deprisa de allí.

Amber Palace en Jaipur

Al bajar compramos agua y cocacola y andamos un poco hasta que nuestro couch nos vio, nos subimos los 3 en la moto y nos llevó a una zona dónde estaban sus amigos a sentarnos, hablar y tomar té. Parecían todos muy majos y nos invitaron a probar otro tipo de bolas de patata, garbanzos y dos tipos de salsa con azúcar y sin.

Luego nos llevaron a una especie de complejo, dónde nos enseñaron cómo pintaban las telas y trajeron a una elefante muy mona. Nos dió un poco de pena ver las condiciones en las que estaba y además tuvimos que pagar 200 rupias (2’47€) aunque nos dijo que no pagaríamos nada. Ya estábamos otra vez con tramas.

Elefante en Jaipur

Luego estuvimos a la sombra hablando hasta que se hizo la hora de ver el atardecer desde un templo en una montaña alta. Por el camino casi nos caímos los 3 de la moto, pero mereció la pena porque las vistas y el atardecer si lo disfrutamos.

Atardecer en Jaipur

Al bajar vimos hienas. Nos recogió el coach y volvimos al sitio del elefante, allí esperamos 2 horas hasta que por fin trajeron y empezaron a cocinar el pollo, al que no nos invitaban como nos habían dicho, sino que tuvimos que pagar 200 rupias (2’47€).

Dijimos que teníamos que estar a las 23h en el hostel, nos dijeron que había tiempo de sobra, pero a las 22h todavía no habían metido ni el pollo. Tuvimos que esperar unas 4 horas a que el pollo estuviera hecho, menos mal que la novia del hermano era mexicana y estuvimos un rato entretenidos hablando con ella de nuestras situaciones.

La eterna cena a la que nos invitaron tras pagar

Finalmente nos sentamos en una manta en el suelo cuando por fin estuvo listo. El pollo la verdad que estaba bueno, pero no para la cena más cara que habíamos pagado. Teníamos que compartir plato de dos en dos y cuando aún estábamos acabando de cenar ya nos habían pedido un tuc tuc que nos dijeron que teníamos que pagar 300 rupias (3’71€). Nos quedamos un poco flipando, pero es verdad que se había hecho muy tarde y ya no había transporte público.

Miramos por la aplicación de Ola y ponía que eran unos 170 (2’1€), al final negociando, y rápido porque parecía que nos echaran, nos dijeron que solo pagaríamos 150 (1’85€). No sabemos qué treta hicieron, pero tras 25 minutos o así nos dejó en el mercado y ya andamos hasta casa tras comprar agua para descansar.

Había sido todo muy raro y nos dejó un sabor algo amargo lo que había pasado: nos dijo que veríamos elefantes sin pagar y tan solo vimos uno, maltratado y pagando; nos dijo que nos invitaba a cenar y tuvimos que pagar también; además de pagar el tuc tuc para volver porque se había hecho tan tarde que ya no habían buses; y estuvimos toda la tarde sentados sin hacer nada más que hablando de cosas banales.

Está vez no tuvimos tanta suerte como con nuestro host en Aurangabad y ya fue la gota que colmó el vaso en nuestras relaciones con los indios. No queríamos saber nada más y hacer todo lo posible por ir a nuestra bola sin más interrupciones, malentendidos, pesados que nos quieren vender de manera incubierta cualquier cosa por la calle o miradas intensas que no te quitas ni a gritos.

Empezábamos a estar un poco cansados de la India. Bueno, tal vez suene un poco mal, no sabemos si a alguien más le ha pasado lo mismo, pero realmente nos estábamos cansando de los indios que nos habíamos encontrado al menos en nuestro camino.

Autor

Experto en marketing y publicidad, profesor de secundaria, viajero y bloguero.

Escribir un comentario