Tras intentar dormir algo en unos asientos que habíamos encontrado en el aeropuerto a las 3h de la mañana Paula se despertó muerta de frío, y es que tenían el aire puesto a una temperatura muy baja en todo el aeropuerto. De hecho tuvo que salir a la calle muerta de sueño para poder entrar en calor.

Todavía no había señales del tipo que vendía las tarjetas de autobús, y era muy pronto, aunque eran las 4;30h y ya estaba comenzando a amanecer. Finalmente un hombre se acercó a nosotros, que estábamos esperando junto a la máquina de las tarjetas de transporte público, y nos ayudó a conseguir la tarjeta que, por 30 dirhams (7’75€), nos permitía coger ya el autobús que nos acercaría al hotel en Abu Dabi.

Cogimos el bus sobre las 5h y poco y en unos 45 minutos llegamos a nuestra parada. Ya hacía un calor infernal. Durante el viaje en el bus pudimos asombrarnos de los enormes edificios combinados con las mezquitas, lo cual nos sorprendió bastante.

Tuvimos que andar unos 15-20 minutos que no nos importó porque íbamos deleitándonos  con los edificios que eran construcciones totalmente variadas y con diferentes estilos.

Edificios en Abu Dabi

Al llegar tan pronto, sobre las 7h, sabíamos que no íbamos a poder hacer el check-in, pero al menos dejaríamos las mochilas y podríamos ir a ver la playa, el centro de Abu Dabi y desayunar tranquilos. Así que Paula se cambió y salimos a callejear por los edificios de camino a la playa y comprar algo de desayunar.

Entramos en un súper y nos dimos cuenta de que los precios no estaban tan caros como pensábamos que estarían. Luego pedimos un café por unos 50 céntimos los dos y llegamos hasta la playa y un parque. La verdad que Abu Dabi nos estaba sorprendiendo para bien. No deja de ser una ciudad industrial, un oasis de cemento en medio del desierto, pero es una ciudad muy curiosa para visitar en un día.

Los edificios nos llamaban mucho la atención, y el contraste con las mezquitas también. Del calor, aunque fueran las 10h de la mañana, nos estaba entrando una pájara, así que  decidimos parar a comer en algún sitio con aire y wifi para ver cómo llegar a la Mezquita Sheikh Zayed. Además queríamos estar pronto en el hotel para aprovechar y lavar la ropa aunque fuera en la bañera, descansar, ducharnos, etc., y habíamos decidido ir a ver Dubai de noche ya que estábamos en Emiratos Árabes, por aprovechar más esta situación.

No pudimos entrar a cualquier sitio, pues te pedían un QR que tan solo se podía obtener con una aplicación en la que subías una PCR reciente negativa, y nosotros no teníamos ninguna porque no nos había hecho falta hasta el momento y no contábamos con visitar Emiratos Árabes.

Después de comer algo cogimos el bus 103 para ir a la mezquita y luego un segundo bus (las indicaciones de Google Maps son bastante acertadas), que nos dejó en la puerta. El problema fue que al intentar entrar nos pedían la PCR, además de que yo iba con la cámara de fotos y el teleobjetivo de 300 y no permitían su entrada (por el teleobjetivo, no por la cámara). Fue una gran pena porque además era gratis la entrada, pero por fuera era preciosa. Así que aprovechamos para acercarnos y hacer alguna foto.

Mezquita Sheikh Zayed, Abu Dabi

Tras esto volvimos a la ciudad, pasamos por otro súper y ya nos dieron la habitación. El hotel se llamaba Al Diar Dana, nos costó 47 euros la noche y la habitación era una pasada.

Paula enseguida se puso a lavar la ropa mientras yo aproveché para trabajar en el blog y cuando nos dimos cuenta se estaba haciendo tarde para ir a Dubai porque eran 2 horas de ida en bus, más dos de vuelta y a las 23:20 salía el último de nuevo hacía Abu Dabi.

Pero estaba claro, ya que estábamos aquí teníamos que aprovechar, así que nos duchamos y vestimos rápido y salimos al bus. Cogimos el 56 para ir a la estación de buses con la tarjeta que compramos en el aeropuerto, que aún nos quedaban viajes, en 20 min llegamos a la estación de autobuses y compramos por 60 dirhams (15’5€) las dos tarjetas con el viaje de ida a Dubai. Tras dos horas de bus y un atardecer con el sol precioso, empezamos a ver los enormes edificios iluminados de Dubai.

Una vez aquí cogimos el metro para llegar al edificio más emblemático y como teníamos poco tiempo fuimos mirando las cosas rápido, por suerte el metro es elevado y vas viendo cosas mientras paseas de parada en parada.

Llegamos a un centro comercial con el que Paula alucinaba, todo primeras marcas, claro. Era tan grande y curioso que tuvimos que preguntar cómo salir de allí para llegar a la plaza central. Aquí la gente si iba vestida más típica, los hombres con túnica blanca y las mujeres el burka negro  aunque es curioso también verlos junto el cruce cultural que hay en la ciudad de asiáticos, indios, extranjeros etc.

Cuando por fin conseguimos salir llegamos justo a ver parte del espectáculo de la fuente y fue alucinante. La plaza en sí era una pasada con los enormes edificios iluminados, nos dejó boquiabiertos. Luego hicieron un juego de luces en el edificio principal, el Burj Khalifa, muy bonito también.

Burj Khalifa en Dubai

Sin duda había merecido la pena la visita aunque fuera expres por ver sus calles principales y lo diferente que es la ciudad. De lo único que nos arrepentimos era de no haberlo pensado bien y haber buscado el hotel en Dubái para disfrutar más de esta ciudad.

Luego cogimos dos metros para llegar a la estación de bus y comprar los tickets, menos mal que se podía pagar con tarjeta, pues no nos quedaba más efectivo y no habíamos tenido tiempo ni ocasión de sacar más. Por 25 dirhams (6’46€) cada uno pudimos volver a Abu Dabi. Eso sí, la gente es mucho menos servicial y no te ayuda en prácticamente nada, incluso un poco racista nos atreveríamos a decir (si alguien piensa lo contrario que nos lo comparta en los comentarios por favor porque es algo que nos interesa saber).

Una vez en la estación de buses de Abu Dabi, estuvimos un rato esperando al bus local que según Google Maps no tardaría en pasar, con miedo por si no pasaba, ya que eran pasadas las 1:20h y no teníamos Internet ni efectivo para pagar un taxi. Finalmente cerca de las 2h pasó un bus que nos dejó muy cerca del hotel.

Llegamos muy tarde pero la ropa que habíamos lavado a mano en la bañera aún estaba muy húmeda. Para que yo no le metiera prisa a Paula al día siguiente por la mañana decidió acostarse más tarde para secarla un poco con el secador, hasta que se le empezaron a cerrar los ojos y se fue a dormir que al día siguiente también madrugábamos.

Autor

Experto en marketing y publicidad, profesor de secundaria, viajero y bloguero.

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