Salimos de casa como siempre, corriendo y agobiados porque aunque teníamos todo el día siempre se acaba tirando el tiempo encima. La madre de Paula nos llevó a la estación de autobuses de Sorolla.
Finalmente salimos corriendo del coche con las mochilas, que esta vez pesan la mitad que en nuestro último viaje a Centroamérica, y nuevamente para no perder el ritmo, como siempre, Carles vuelve corriendo al coche porque se había dejado el móvil.
Mientras tanto Paula corre en busca del andén, lo encontramos y subimos justo a tiempo. Salió con unos minutos de retraso pero llegamos a la hora prevista, las 22:40. El tren nos había costado 41€ los dos.
Como Carla (la amiga de Paula en Madrid) nos dejó plantados decidimos ir a dónde recordaba que habían unos 100 montaditos, cerca de Atocha, y cenamos antes de ir al aeropuerto.
Encontrar la manera de ir al aeropuerto en Madrid por la noche gastando lo mínimo nos costó casi una hora, empezábamos bien el viaje y eso que jugábamos en casa, ya podíamos prepararnos e ir haciendo memoria de 2 meses atrás.
Se hacía raro estar en Sorolla y en Atocha y recordar que hace poco más de dos meses estábamos aquí volviendo de Centroamérica.
Fuimos al metro, pero perdimos el último y no nos encontramos mucha gente amable que te explicara otra manera de llegar, en metro era un lío y costaba 7,50€ por persona. Y el tren de cercanías que es más barato ya no había servicio.
Entonces recordé que había un bus por 5 euros que te lleva casi directo al aeropuerto de Madrid, así que tras coger otro conectamos con ese sobre la 1:10, llegando al aeropuerto antes de las 2 de la madrugada. Luego nos dimos cuenta que al lado de donde estábamos en Atocha podíamos haber cogido ese mismo bus sin necesidad de coger el otro.
Una vez aquí buscamos algún sitio cerca del puesto de facturación dónde ya había gente acumulada. No dormimos en toda la noche, cosa que para Paula mejor, pues quería llegar al avión lo más cansada posible para poder dormir y no sufrir durante las 5 horas de vuelo a Jordania (Paula le tiene pánico a los aviones). Pero por si acaso, también se tomó un diazepam aunque no hubiera hecho falta, pues tuvimos un vuelo muy tranquilo, con lo que a la que nos dimos cuenta estábamos ya en Jordania. Paula lo agradeció, de modo que se sentiría más tranquila para el vuelo que teníamos en 10 días hacía la India.
El vuelo de Madrid a Jordania nos costó 89€ cada uno solo ida, como siempre, a través de Skyscanner buscamos el mejor precio y en esta ocasión volamos con Ryanair. Aunque hay vuelos más baratos a Jordania, mayo es un mes un poco más caro. Pero puedes comprobar el vuelo más barato a Jordania desde aquí: comparar billete de avión barato a Jordania.
Tras preguntarle a nuestro couch Moe, nos indicó que fuéramos en bus desde el aeropuerto de Amman y paráramos en el séptimo círculo. Para aclarar mejor las indicaciones nos sugirió que le dijéramos al conductor que lo llamara por teléfono, y así fué, entre los dos se aclararon y quedaron en que el conductor nos avisaría.
Pagamos el ticket en la ventanilla nada más salir del aeropuerto de Amman que costó 3,3 dinars jordanos (4,4€) cada uno y en 45 minutos estábamos en el punto dónde nos encontraríamos con nuestro anfitrión de Couchsurffing. Por el camino conocimos a un padre y un hijo Jordanos, pero que vivían en Toledo. Nos ofrecieron ayuda, su número y una invitación para cenar en su bar de Toledo, lo cual agradecimos.
La gente por el momento estaba siendo muy hospitalaria, incluso al bajar otro jordano se esperó y llamó a Moe hasta que viniera a por nosotros por si necesitábamos algo. Moe nos recogió en el punto, era un chico jóven con muy buena onda que nos llevó a su piso y nos recibió con dos cervezas jordanas que estaban bastante buenas.
Su piso estaba en una zona bien de Jordania, muy cerca de círculo siete, bien comunicada con los diferentes puntos de interés turístico, y nos dió todas las indicaciones de su casa. Luego nos explicó que era como el Carlos Arguiñano de Jordania y que se tenía que ir a grabar el programa de cocina, pero que al acabar nos encontraríamos dónde estuviéramos.
Dejamos las mochilas y aunque estábamos cansadísimos de apenas dormir nos fuimos a conocer Amman. Tuvimos que parar en el Mcdonals para buscar el punto dónde teníamos que ir ya que al intentar coger un taxi no nos entendíamos con el conductor.
Finalmente, tras un café que nos sentó muy bien y nos hacía falta, nos subimos a un taxi compartido hasta el centro de Amman. Costaba 1 dinar dos personas (1,3€) que finalmente no pagamos porque el que subía con nosotros se ofreció a invitarnos. Por lo general los taxis compartidos son blancos y suelen cobrar medio dinar por persona. Y si vas en taxi (amarillo) nunca te pude cobrar más de 5 dinars para cruzar toda la ciudad de este a oeste, o te estará engañando.
Yo estuve hablando con él que compartíamos taxi todo el rato, en inglés nos solemos entender perfectamente con la gente, mientras Paula iba pegando cabezaditas, el diazepam iba haciendo efecto.
Lo que a priori nos llamó la atención fueron los edificios, todos bajos, en colinas, blancos con textura como de piedra. Al llegar nos llamó la atención el bullicio de gente, la vida de la zona, y que el tráfico era una locura y conducían también un poco agresivos, a lo loco y pitando sin parar.
El chico del taxi nos recomendó y nos acompañó a un sitio de comida dónde nos recomendó un plato típico, el Mansaf, y un postre típico de queso fundido y pistacho que estaba espectacular. El Mansaf nos costó 6,5 jordanos (8,5€) en el restaurante Al-Quds, uno de los mejores para probar la comida tradicional Jordana en Amman.
Aquí tenéis la página información con su carta, precios y ubicación: Restaurante Al Quds. Lo único es que está en árabe, pero si abres la web con Chrome es tan fácil como hacer click con el botón derecho y al menú desplegable que se abre indicar Traducir al …»tu idioma». Si usas Firefox, Opera u otro navegador es muy parecido también para traducir cualquier web.
Nosotros pedimos lo que nos recomendaron, lo típico de Jordania, el Mansaf. Es un plato de arroz que puede ir acompañado de pollo o cordero (aunque el original es con cordero y lo tradicional es tomarlo para cenar e irse a dormir). Además lo acompañaron con pimiento semipicantes, aceitunas que estaban riquísimas, agua y pan típico.
El postre costó 7 dinars jordanos (9,2€) en el sitio más típico de Amman, pero mereció la pena. Luego dimos vueltas por la calle en busca de un banco, sacamos en uno que nos cobraron 3,5 (4,6€) dinars con nuestra tarjeta de Bnext. Luego fuimos preguntando por chip de móvil que finalmente nos quedamos con uno de Orange, que nos ofrecia servicio solo de internet (17Gb) durante 15 días por 13 dinars (17€).
Cuando cayó la noche nos impresionó mucho lo iluminado que estaban todas las calles y las tiendas, era precioso. Los trajes típicos, los puestos de comida, las mezquita se iluminaban de verde, …. nos encantó.
Tras dar muchas vueltas quedamos con Moe y la mejor amiga de su mujer y nos fuimos a cenar a un callejón cerca del centro, un sitio que conocía él. Nos pedimos una especie de salsa de queso y yogurt con embutido y patatas, sirvieron los pimientos con el pepino, y unas empanadillas de carne. Estaba todo delicioso. No nos dejaron pagar nada.
De ahí nos llevaron a lo que ellos llamaban “su sitio secreto” que era un muro desde dónde habían unas vistas nocturnas increíbles de la ciudad de Amman. Nos pasamos la noche hablando y contándonos historias, luego llegó otro amigo de ellos que es jugador de basket del equipo nacional, muy simpático por cierto, y nos llevaron a tomar un chupito de jengibre, canela y limón.
Tras eso, fuimos todos a su casa y allí llegó otro amigo con una neverita y más alcohol y nos enseñaron música y los bailes típicos jorndanos, pasamos muy buen rato y nos reímos y aprendimos mucho.
Pero finalmente, nuestras caras no podían mentir, por más bien que estábamos, así que nos despedimos de todos y nos fuímos a dormir en el sofá cama.
No podíamos estar más contentos y mejor atendidos, para ser el primer día fue inmejorable y estábamos deseosos de que llegara el día siguiente y descubrir qué nos esperaba en nuestro paso por Jordania.